La glucosa es la principal fuente de energía que necesita nuestro cuerpo para funcionar. Exponer a nuestro organismo a elevadas cantidades de glucosa es perjudicial para nuestra salud y puede desencadenar una diabetes tipo 2, patología que ha experimentado un alarmante crecimiento en nuestra sociedad y cuyas complicaciones perjudican notablemente nuestra calidad de vida.

Asimilación de la glucosa en las células
Cuando nos alimentamos, el cuerpo asimila los nutrientes de los alimentos y la glucosa pasa a la sangre, que transporta la glucosa a las células. Para entrar en las células y que éstas transformen la glucosa en energía, el cuerpo genera la insulina que funciona como una llave que “abre la puerta” de las células.

La hormona de la insulina se produce en el páncreas por las células beta. Para que ésta sea efectiva, el páncreas debe segregar suficiente cantidad de insulina o las células deben poder identificarla para usarla. Cuando hay un fallo en este proceso, la glucosa se acumula en la sangre en lugar de ingresar en las células.

El proceso de transformación de la glucosa y del funcionamiento de la insulina está explicado de manera muy gráfica en este documental:

¿La diabetes tipo 2 se puede prevenir?
En el desarrollo de la diabetes tipo 2, los hábitos de vida tienen un papel importante: nuestros cada vez peores hábitos de vida – una alimentación no saludable y el sedentarismo – están provocando una preocupante incidencia de la diabetes tipo 2 a nivel mundial. Si bien es cierto que existen factores que no se pueden modificar – como la edad o la predisposición genética – hay otros factores modificables en los que la prevención debe incidir.

Un estilo de vida saludable es determinante para prevenir la diabetes tipo 2, si se quiere reducir el riesgo a desarrollar la enfermedad y evitar sus complicaciones una vez que está diagnosticada. Las medidas preventivas se deben centrar en:

Llevar una alimentación sana y equilibrada, en la que estén muy presentes frutas y verduras, baja en azúcares y grasas, evitando bebidas azucaradas.
Práctica de una actividad física moderada de manera periódica (como caminar 30 minutos al día).
Mantenimiento de un peso saludable, existe una correlación directa entre obesidad y diabetes tipo 2.